Cómo alimentarnos para mantener la salud de tus dientes

Calcio, magnesio y fósforo

Los minerales imprescindibles para mantener unos dientes y unos huesos fuertes son el calcio, el fósforo y el magnesio en equilibrio, en proporciones 2-2-1 respectivamente.

El calcio no puede trabajar bien sin los otros minerales y, por esta razón, no sirve de nada tomar mucho calcio, de forma natural o suplementada, de forma aislada sin contemplar los otros dos.

Alimentos ricos en calcio: queso, almendras, avellanas, sésamo, pistachos, higos, garbanzos, acelgas, espinacas.

Alimentos ricos en magnesio: anacardos, almendras, aguacates, pipas de calabaza, espinacas, cacao, garbanzos, lentejas, judías, nueces, plátanos.

Alimentos ricos en fósforo: semillas de girasol, huevos, derivados de la soja, queso.

 Vitaminas liposolubles

Hay tres vitaminas básicas para la salud bucodental y estas son la vitamina A, la vitamina D y la vitamina K2, todas ellas son liposolubles.

La Vitamina A

La vitamina A es fundamental para el desarrollo de las mucosas y de los tejidos como los dientes, los huesos, para el desarrollo correcto del feto y del sistema inmunitario.

Es una vitamina liposoluble y la encontramos en la grasa animal, el retinol y en los vegetales que denominamos betacarotenos (la zanahoria o el boniato).

Alimentos ricos en vitamina A: Zanahoria, boniato, calabaza, espinacas, tomate,  mantequilla, queso crudo.

La Vitamina D

La vitamina D es básica para la absorción del calcio, para el funcionamiento del sistema inmunitario, para el metabolismo, para la regulación de la glucosa en la sangre y para el funcionamiento del cerebro.

Tendríamos que obtener la vitamina D que necesitamos exponiéndonos al sol. Desgraciadamente, pasamos pocas horas al aire libre e intentamos conseguir esta vitamina de los alimentos.

Las mejores fuentes de vitamina D provienen de los alimentos de origen animal: huevos, queso.

También podemos encontrarla en los vegetales como las setas (D2), pero cuesta más de procesar. De hecho, solo podemos conseguir de los alimentos un 10% del total de la vitamina que necesitamos para funcionar bien.

La receta ideal para mantener un buen nivel es seguir una dieta rica en antioxidantes (los que encontramos en las vitaminas A, C, E, en los betacarotenos, el zinc y el selenio) y grasas saludables, que nos permita preparar el cuerpo para absorber mejor los rayos solares. Necesitamos exponernos al sol a primera hora del día, al mediodía (unos diez minutos) y a última hora del día, durante la puesta del sol.

Alimentos con vitamina D: Setas, queso crudo y, en menor proporción, huevos.

A favor de las grasas

Las grasas saturadas son unas grasas muy estables y, si las consumimos, nos proporcionan estabilidad, rigidez y estructura a las células de nuestro cuerpo. Este grupo está formado por los productos de origen animal.

Por su parte, las grasas insaturadas son más flexibles y ayudan a eliminar los compuestos innecesarios para la célula. Son el aceite de oliva, los aguacates, el aceite de cáñamo, las semillas y los frutos secos.

Las membranas celulares necesitan ambos tipos de grasa para ser estables, flexibles y estar sanas.

Dentro de las grasas insaturadas, existe un subgrupo formado por las grasas poliinsaturadas. Los omegas 3 y 6 forman parte y desarrollan una función importante en los procesos de inflamación. La proporción en la naturaleza es de 1-1 y es la proporción que deberíamos consumir.

El omega-3 es conocido por su poder antiinflamatorio y lo podemos encontrar en las semillas de lino, el cáñamo, las nueces y en la chía.

El omega 6 activa la inflamación y está presente en los cacahuetes, las nueces, las almendras, las semillas de sésamo y de calabaza.

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