Los mecanismos de desintoxicación del organismo
El organismo posee la capacidad de limpiarse de todas las impurezas y toxinas que va acumulando a lo largo del proceso vital. El órgano más importante de realizar esta “limpieza” es el hígado. La detoxificación es un proceso metabólico que permite transformar esas toxinas en productos que pueden ser eliminados directamente a través de los intestinos o del riñón.
La mayor parte de las toxinas son liposolubles, cuando hay un exceso de ellas y no pueden transportarse directamente por la sangre son almacenadas en el tejido adiposo. La finalidad de la detoxificación hepática es hacer solubles estas moléculas para que puedan ser eliminadas.
La actividad metabólica asociada a esta limpieza requiere muchísima energía, según el doctor Fievet, el 80% de la energía (ATP) necesaria para el funcionamiento del organismo. En este proceso distinguimos tres fases:
- Fase I: Activación.
- Fase II: Conjugación.
- Fase III: Transporte y eliminación.
En la fase de activación se oxidan los tóxicos liposolubles a través de una serie de enzimas llamadas citocromos P450. Los productos de este metabolismo son inestables y si no son metabolizados rápidamente dan lugar a los llamados radicales libres, produciendo lo que se conoce como estrés oxidativo que da lugar a innumerables problemas de salud.
Por este motivo la fase de conjugación reduce los productos oxidados en la fase anterior, a través de antioxidantes captadores de radicales libres como las enzimas Super-oxido-dismutasa (SOD) o la Glutatión-peroxidasa (GSPx). Estas enzimas dependen enormemente de los minerales Zn, Cu, Mn y Se, así como de la vitamina C y las de grupo B.
La fase I de activación es más eficaz cuanto más regularmente estamos expuestos a un tóxico, pero no olvidemos que el resultado de la misma son compuestos inestables altamente peligrosos para la salud. Por ello paradójicamente puede agravar el efecto pernicioso de un tóxico como es el caso de los adictos al café o al alcohol, de ahí su peligro.
En este último caso la persona que padece alcoholismo crónico percibe cada vez menos las consecuencias físicas de un gran consumo, mientras va acumulando cada vez más derivados tóxicos, acetaldehído en el caso del alcoholismo.
Además debido a la acumulación de estos derivados y la falta de enzimas de la fase II de conjugación, se metabolizarán más lentamente estos compuestos, con lo que estaremos dañando al organismo a través de un exceso de radicales libre que afectarán a nuestra salud provocando un mayor desgaste y envejecimiento del organismo: enfermedades degenerativas, cáncer, problemas cutáneos etc. Esto aún puede ser más grave si la persona no dispone del número de enzimas adecuados o si tiene una deficiente alimentación, como es el caso de muchos alcohólicos.
Detección de toxicidad en el organismo
Todo esto lo podemos ver con más detalle en el test kinesiológico, a través de la ampolla de radicales libres en un test básico, así como la de SOD, GPSx de un test de sistema endocrino o las ampollas de minerales y vitaminas.
Pero también hay una serie de síntomas que nos pueden ayudar a identificar este problema:
- Lengua blanca o pastosa.
- Migrañas.
- Mal aliento.
- Tez pálida o amarillenta.
- Trastornos digestivos (insuficiencia biliar).
- Cansancio.
- Trastornos de sueño (despertar entre la 1 y las 3 de la mañana).
Lo principal es detener las fuentes de tóxicos, lo que dará una tregua al hígado para eliminar un mayor número de toxinas pero también habrá que mejorar la alimentación, la mineralización a través de enzimas “vivos” (fruta fresca y verduras), vitaminas, aminoácidos azufrados (en especial la taurina) y sobre todo beber mucha agua de buena calidad.
Para mayor información sobre la depuración del organismo, recomendamos leer el artículo de kinepharma de 3 de Marzo de 2015 «La depuración«.
Ángel Salazar Magaña (angelsalamag@gmail.com)
Kinepharma.
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