Las bacterias intestinales influyen en nuestras preferencias alimentarias
En los últimos años, se están haciendo nuevos descubrimientos acerca de la importancia de establecer y mantener la flora intestinal adecuada. Se va descubriendo cómo un desequilibrio puede ser una causa subyacente de todo, desde el cáncer y las enfermedades del corazón al estado de ánimo y ansiedad.
Nuestros cuerpos están cubiertos de estos microorganismos. El número de bacterias que viven justo dentro del cuerpo humano supera las células humanas de 10 a 1 . Y ahora parece que estas bacterias pueden en realidad manipular nuestras decisiones acerca de lo que comemos y bebemos.
Tenemos una comunidad muy diversa de microorganismos en el intestino. Todos ellos tienen un objetivo principal: la supervivencia (de ellos, no necesariamente la nuestra). Las diferentes especies prefieren diferentes nutrientes. A algunas les gusta el azúcar, otras prefieren la grasa y otras los vegetales.
Ahora, los investigadores han demostrado que las bacterias del intestino manipulan nuestro comportamiento y nuestro estado de ánimo, alterando químicamente las señales nerviosas que el cerebro utiliza para monitorear la actividad en el intestino.
Al liberar ciertas sustancias químicas, pueden cambiar los receptores gustativos, inducir a la ansiedad y hacernos preferir un alimento sobre otro.
Los investigadores están comenzando a ver cómo estas bacterias pueden liberar toxinas para hacernos sentir mal cuando consumimos algo no a su gusto, y luego “recompensarnos” mediante la producción de sustancias químicas que nos hacen sentir bien cuando tomamos las decisiones “correctas”.
Si son las bacterias beneficiosas, no hay problema. Sin embargo, si son las bacterias malas las que tienen el control del intestino, la batalla entre las especies por la comida puede generar algunos cambios indeseables en nuestro organismo.
Sus intereses en su alimentación no siempre están alineados con nuestro plan de dieta, y a menudo lo notamos en la forma de sentir y actuar. Podemos experimentar trastornos del estado de ánimo y ansiedad o perder nuestra capacidad para controlar las fluctuaciones de azúcar en sangre.
Al influir en nuestros deseos y estados de ánimo por tal de satisfacer sus propias necesidades, las bacterias intestinales son una causa subyacente de la obesidad y de las enfermedades del corazón, dos de las enfermedades más comunes que afectan a nuestra sociedad.
Las bacterias intestinales viven en su propio micro-ambiente dentro de nuestro tracto digestivo y tienen comunicación directa con nuestros sistemas inmunológico, nervioso y endocrino. Con el tiempo, rápidamente averiguan exactamente qué señales químicas les proporcionará la mayor cantidad de alimentos que necesitan para sobrevivir y prosperar.
Con la ayuda del Kit de testaje básico podemos comprobar si nos falta o nos sobra algún tipo de bacterias intestinales.
Analía Iglesias
analia@sibuscas.com
Relación entre el Sistema Nervioso Entérico y el tracto intestinal
El sistema nervioso entérico (SNE) es aquel que controla y regula nuestro tracto intestinal. La existencia del SNE es la razón por la cual el intestino es conocido como el “segundo cerebro”. Ahora sabemos que el SNE tiene la capacidad de trabajar de forma autónoma o en conjunto con el cerebro.
El SNE detecta las amenazas ambientales de igual forma que nuestros ojos, la nariz, la piel, etc. Una gran parte de la información procedente del medio ambiente externo proviene de nuestro intestino, y aunque la información afecta a nuestro bienestar general, no siempre somos conscientes de ello.
El nervio vago, es uno de los actores principales en la conexión del SNE con el cerebro y el intestino. Es el nervio craneal más largo y tiene la distribución más amplia de cualquiera de los del cuerpo. Este nervio conecta el tracto intestinal con el cerebro, y el 90% de todas las señales que pasan a lo largo de este nervio viajan desde el intestino al cerebro y no desde el cerebro hacia abajo como se pensaba anteriormente.
Nuestro segundo cerebro también produce numerosas hormonas y cerca de 40 diferentes neurotransmisores que se encuentran también en nuestro cerebro.
De hecho, el 95% de toda la serotonina del cuerpo encontrada en un momento dado se encuentra en el sistema nervioso entérico.
Investigaciones realizadas demuestran cómo las señales nerviosas enviadas del intestino al cerebro, que pasan a lo largo del nervio vago, afectan a nuestro estado de ánimo. Este hecho sugiere que la estimulación del nervio vago puede ser un tratamiento efectivo para la depresión.
También se ha podido demostrar que el consumo de alimentos grasos envía un fuerte mensaje desde el intestino al cerebro que rechaza la emoción de tristeza. El origen de esto, suele tener como detonante el estrés percibido.
El estrés hace que el intestino aumente la producción de la hormona llamada grelina. La grelina envía mensajes al cerebro, a través del nervio vago, dando la orden de que se libere más dopamina, una sustancia que reduce la depresión y la ansiedad. Sin embargo, la grelina también nos hace tener más apetito. El estrés inicia una cadena de acontecimientos que conduce a un aumento del hambre y un ansia por los alimentos grasos.
Todo esto ayuda a explicar por qué los alimentos ricos en grasas nos hacen sentir bien cuando nos sentimos deprimidos o estresados. Como por ejemplo, suplir nuestra tristeza con una gran porción de helado.
Para asegurarte de que existe una buena conexión entre el Sistema Nervioso Entérico y el cerebro es importante conocer el estado de nuestro nervio vago, para ello, dispones del test de los nervios principales.
Analía Iglesias
analia@sibuscas.com
9 nutrientes para tratar la depresión
Durante el tratamiento de la depresión es muy importante proporcionarle a nuestro organismo ciertos nutrientes que desempeñan funciones relevantes que repercuten directa o indirectamente en nuestro estado de ánimo.
El Omega-3 ayuda a reducir los niveles de colesterol malo y la acumulación de placa en la sangre. Al reducir el colesterol malo, también estas ayudando a tu cuerpo a luchar contra el estrés y aliviar la ansiedad, la tensión y por supuesto, a prevenir enfermedades del corazón.
Ácido Fólico: (requerido para la producción de energía) se considera uno de los principales alimentos del cerebro. Si el cerebro funciona correctamente, ayudamos a prevenir la ansiedad y la fatiga. El ácido fólico funciona mejor cuando se combina con vitamina C, vitamina B6 y vitamina B12. Muchas investigaciones han indicado que una deficiencia de ácido fólico puede conducir a la depresión, insomnio, olvido, hiper-irritabilidad, apatía, fatiga y ansiedad.
El GABA (ácido gamma-aminobutírico); es un aminoácido que ayuda a reducir la ansiedad, permite que la persona se sienta más relajada, permite la toma de decisiones de manera racional, promueve un sueño reparador y mejora la recuperación tras el entrenamiento. Algunos estudios han demostrado que tiene efectos similares a los de las benzodiacepinas.
SAM-e, abreviatura de S-adenosil-metionina, se ha utilizado durante mucho tiempo para tratar este síndrome. Parece funcionar más rápido que la hierba de San Juan en terapia nutricional para la depresión. Los resultados se pueden empezar a ver en tan sólo dos semanas, pero para la mejoría notable se debe tomar durante al menos un mes.
Selenio; es un importante antioxidante que protege los neurotransmisores. La deficiencia en selenio ha demostrado tener un impacto negativo en el estado de ánimo. Lo contienen la alfalfa, semillas de hinojo, ginseng, mantequilla, ajo, hígado, nueces de Brasil, mariscos y otros peces, semillas de girasol, milenrama, germen de trigo y levadura de cerveza.
La vitamina B1(tiamina) ha demostrado tener efectos positivos sobre el sistema nervioso y el bienestar mental. Se encuentra en guisantes, soja, pan fortificado, cereales, pasta, pescado, cerdo, granos enteros y frijoles secos. La ingesta prolongada de grandes cantidades de alcohol agota el suministro de vitamina B1 de su cuerpo.
Se sabe que la falta de vitamina B6 causa ansiedad y depresión. La formación de ciertas sustancias químicas del cerebro requiere esta vitamina. Son ricos en vitamina B6, las carnes (particularmente las carnes de órganos como el hígado), los granos enteros y el germen de trigo.
La vitamina B12 es necesaria para la energía, la función cerebral y un sistema nervioso saludable. Por esa razón, es una parte importante de la terapia nutricional para la depresión.
Zinc: este mineral esencial, se ha encontrado que tiene efectos positivos sobre el sistema nervioso y ayuda a producir un efecto calmante. Lo contienen las ostras, carne, aves de corral, nueces, frijoles y productos lácteos.
La doble cara de la histamina
La histamina es una sustancia química natural que actúa en el cuerpo y que es indispensable en el funcionamiento eficiente de los diversos sistemas que forman nuestro organismo.
Es un neurotransmisor (producto químico que transmite mensajes entre las células del sistema nervioso) implicado en:
- La regulación del ácido del estómago (gástrico)
- La permeabilidad de los vasos sanguíneos
- La contracción muscular
- La función cerebral.
Las concentraciones más altas de histamina se encuentran en la piel, pulmón y estómago, con cantidades más pequeñas en el cerebro y el corazón.
La histamina es también esencial en la defensa del cuerpo contra la invasión de agentes potencialmente causantes de enfermedades, tales como bacterias, virus y otros cuerpos extraños.
La histamina se hace y se almacena dentro de las células blancas de la sangre (leucocitos), tales como los mastocitos en los tejidos y basófilos que circulan en la sangre. Cuando el sistema inmune se activa en respuesta a materiales extraños que entran en el cuerpo, la histamina es liberada para dar lugar al proceso llamado inflamación.
En la inflamación, ya sea cuando se produce en la defensa del cuerpo ante una lesión o infección, o como resultado de una reacción alérgica, los linfocitos, citoquinas y anticuerpos (sistema inmunitario) envían señales a los leucocitos para que liberen histamina. Sin embargo, esta no es la única fuente de histamina del cuerpo.
Por ejemplo, en nuestro intestino grueso hay un gran número de microorganismos que son capaces de producir histamina. Desde aquí, la histamina se puede transportar a través de la pared intestinal a diferentes lugares del organismo.
Sin embargo, diversas condiciones fisiológicas anormales pueden conducir a una intolerancia a la histamina, en particular un defecto en el proceso de descomposición de histamina (llamado catabolismo).
En condiciones fisiológicas normales el exceso de histamina se degrada por dos sistemas de enzimas: histamina transferasa N-metil (HMT), y en el intestino por la diamina de la enzima de la mucosa oxidasa (DAO). De los dos sistemas, es la deficiencia en el sistema de la enzima DAO la que ha recibido mayor atención como la causa probable de «intolerancia a la histamina».
En condiciones normales, cuando los niveles de histamina aumentan más de lo necesario, estas enzimas degradan rápidamente el exceso. Sin embargo, cuando la velocidad de descomposición de la histamina es insuficiente para hacer frente a este exceso, el nivel total de histamina en el cuerpo se eleva, dando lugar a una gran variedad de síntomas, más o menos graves en función de cada individuo.
Para diagnosticar un exceso de histamina en el organismo puedes realizar el test básico ampliado y con el test de alergias puedes detectar una carencia de la enzima DAO y de otros nutrientes que regulan el nivel de histamina.
Analía Iglesias
analia@sibuscas.com
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