Oct 8, 2015

¿Tiene efectos benéficos la fiebre?

Fiebre

 La fiebre es un mecanismo de defensa finamente regulado al que nuestro organismo recurre cuando detecta algún factor externo, dañino para nuestra salud.

Cuando nuestra temperatura aumenta debido a la fiebre se producen combustiones por todas partes  y los desechos que se encuentran retenidos en nuestro organismo son degradados y consumidos en forma de energía como vía de eliminación.
Dicho de otra manera, todas aquellas toxinas que hemos acumulado y permanecen incrustadas en nuestro organismo, son degradadas debido a la combustión producida por la elevada temperatura interna.

A menudo, debido a una mala alimentación o al ambiente que nos rodea tendemos a generar toxinas que permanecen en zonas demasiado profundas y que en muchas ocasiones son demasiado grandes y no las podemos eliminar por las vías de evacuación o eliminación normales.
La fiebre permite que estas partículas disminuyan de tamaño, se desincrusten y puedan ser eliminadas.

Por tanto, podemos decir bien alto, que a pesar de los síntomas más o menos agudos que presentamos cuando tenemos fiebre, dichos síntomas forman parte de una reacción benéfica y sabia del cuerpo que nos permite realizar una limpieza y depuración interna.
Tras este proceso natural,  se podría decir que nuestro organismo ha llevado a cabo su “puesta a punto” para seguir funcionando correctamente.

Pero,  ¿qué sucede a nivel anatómico para que la fiebre pueda cumplir su función depurativa?
Pues bien, cuando nuestro sistema inmunológico aumenta la temperatura corporal, nuestro organismo se siente amenazado por el calor excesivo. Para compensar este calor y conseguir mantener su equilibrio térmico, el organismo responde con tres reacciones diferentes.

Vasos sanguíneos

 Por un lado, nuestros vasos sanguíneos se dilatan, es decir, aumentan su tamaño para, de alguna manera, abrirse al exterior y no retener tanto calor.

Al aumentar su tamaño, aumenta el flujo de sangre que pasa a través de ellos, la sangre circula con mayor facilidad, más rápido y al estar en movimiento constante permanece fresca, refrescando a su paso a los vasos sanguíneos.

Esta reacción de los vasos sanguíneos, se produce principalmente en los capilares. Recordemos que los capilares son los minúsculos vasos sanguíneos que conectan nuestros órganos con las venas y arterias principales de nuestro cuerpo.
Así pues, cuando estos capilares se dilatan, la sangre que irriga el resto del cuerpo consigue acceder hasta los rincones más inaccesibles del órgano en cuestión, llevándose consigo las toxinas acumuladas en su interior  para devolverlas a la corriente sanguínea y posteriormente ser eliminadas.
Algunos capilares que permanecían obstruidos por exceso de toxinas, al ser irrigados nuevamente por la sangre, vuelven a funcionar correctamente y quedan despejados para poder hacer llegar de forma óptima los nutrientes necesarios  al tejido orgánico que conectan.

 La segunda reacción, consiste en que la circulación de la sangre se acelera. Tal como se menciona en el párrafo anterior, la sangre va más rápido en un intento por impedir que permanezca demasiado tiempo en contacto con la fuente de calor, refrescando los tejidos sobrecalentados.
Pero esta velocidad, no sólo ayuda a refrescar, sino que además, permite el arrastre de los desechos incrustados en las paredes de los vasos.

 La tercera  y última reacción, la protagoniza nuestra piel, la cual comienza a transpirar más de la cuenta, para que el organismo pueda sacar al exterior el calor acumulado a través de la evaporación. Es decir, sudamos para perder calor y en el proceso eliminamos gran parte de las toxinas.

 Para conocer el nivel de desechos que está acumulando nuestro organismo, en kinesiología es posible realizar el test de toxinas y determinar si es necesario hacer una limpieza de “puesta a punto”.

Analía Iglesias (analia@sibuscas.com)

Kinepharma

Leave a comment

You must be logged in to post a comment.

  • Español
  • Francés
  • Italiano

Archives