Enzimas digestivas y probióticos: ¿Qué diferencia hay entre ambos?
Con el fin de descomponer los alimentos de manera eficiente y eficaz, nuestro cuerpo necesita un suministro suficiente de enzimas digestivas.
Algunas de estas enzimas digestivas provienen del páncreas, otras se producen en el estómago y otras son secretadas por las glándulas salivales y las glándulas del intestino delgado. Los alimentos crudos contienen enzimas naturales que hacen su propia digestión más fácil, pero los demás alimentos requieren de enzimas digestivas que nuestro cuerpo debe producir por sí mismo, para absorber los nutrientes adecuadamente.
Desafortunadamente, a medida que envejecemos, el intestino se vuelve menos eficiente y comenzamos a producir menos enzimas digestivas. Como resultado, nuestro tracto digestivo gradualmente se vuelve más alcalino y se hace más difícil romper completamente las cadenas de proteínas, grasas e hidratos de carbono de los alimentos que comemos. Este proceso puede conducir a una serie de problemas de salud digestiva que van desde el exceso de gases y hinchazón a las alergias o intolerancias alimentarias.
Debido a que ambos son esenciales para una digestión saludable, y porque ambos están involucrados en la descomposición de los alimentos, hay un montón de malentendidos sobre las funciones separadas de probióticos y enzimas digestivas.
Las enzimas digestivas funcionan como disolventes que rompen los alimentos en los componentes que les permiten ser absorbidos y utilizados por el cuerpo. Trabajan en todo el tracto gastrointestinal inferior, pero son especialmente abundantes en el estómago y las secciones superiores.
Las bacterias probióticas que se encuentran predominantemente en el tracto gastrointestinal inferior, son organismos vivos que viven simbióticamente con nosotros. Sus beneficios provienen principalmente de los subproductos que producen. Estas sustancias (por ejemplo, ácido láctico) equilibran favorablemente el ambiente digestivo, inhiben el crecimiento de bacterias dañinas y promueven la salud en general. Nosotros heredamos bacterias intestinales probióticas de nuestras madres, y estos microorganismos pueden perderse permanentemente como resultado del uso de antibióticos, de una dieta pobre, del estrés o por un exceso de tóxicos en el organismo.
A pesar de la diferencia entre ambos conceptos, en nuestro interior se encuentran trabajando alrededor de 5000 clases diferentes de enzimas. De estas 5000 clases, unas 3000 son fabricadas por bacterias intestinales, esto quiere decir, que en el test kinesiológico, conviene comprobar tanto el estado de la capacidad enzimática como el de la flora intestinal.
Analía Iglesias
analia@sibuscas.com
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