Por qué incluir algas marinas a nuestra dieta
Los alimentos procesados, las sustancias químicas utilizadas en los cultivos y los malos hábitos de alimentación conllevan que nuestro organismo se debilite debido a la falta de nutrientes que a la larga acarrean efectos adversos para la salud.
Las algas marinas son un buen complemento para paliar las posibles carencias nutricionales que tengamos. Nos revitalizan y rejuvenecen. Cuentan con todos los nutrientes básicos que necesita nuestro cuerpo, y además nos depuran y desintoxican por dentro.
Respecto a los valores nutricionales de las algas marinas:
– Son ricas en proteínas y de gran calidad pues contienen gran parte de los aminoácidos esenciales (nuestro organismo no puede sintetizarlos sino que debe asimilarlos a través de la alimentación).
Además, estos aminoácidos son fáciles de digerir debido a la composición de las algas; ricas en enzimas y sales minerales.
Respecto a las diferencias con la proteína animal, podemos decir que las algas se digieren hasta 5 veces más rápido, no contienen colesterol, grasas saturadas, residuos antibióticos, pesticidas ni hormonas de síntesis.
– Es un alimento bajo en carbohidratos y azúcares, ideal para la etapa de crecimiento, periodos de convalecencia, embarazo y durante una dieta adelgazante. Entre los carbohidratos que contiene se encuentra el manitol, un estimulante hepático y levemente laxante, que no aumenta la glucosa en sangre, por tanto, también es un complemento ideal para diabéticos.
Son poco calóricas y los azúcares son de tipo mucilaginoso.
– Gracias a los polisacáridos de las algas, también tienen la facultad de reducir la presencia de metales pesados en nuestro organismo. Los metales pesados se sienten atraídos por el sulfuro. Nuestras enzimas son ricas en sulfuro, con lo cual los metales pesados se combinan con estas y producen efectos tóxicos.
Las algas marinas impiden que se lleve a cabo esta unión protegiendo nuestro organismo.
– El contenido en grasa está alrededor del 5% y son principalmente ácidos grasos poliinsaturados, factor que favorece la reducción del “colesterol malo” y el incremento del “colesterol bueno”.
– Las algas tienen un alto porcentaje de vitaminas C, E, del grupo B y provitamina A.
Especial atención a su riqueza en vitamina B12 para aquellos que sean vegetarianos o vegetalianos.
Es aconsejable consumirlas en crudo o después de haberlas tenido en remojo (en el caso de las desecadas) para poder aprovechar todo su aporte vitamínico.
– Respecto a las sales minerales y oligoelementos de las algas marinas;
En cuanto a los minerales son ricas en calcio, sodio, hierro, potasio, fósforo y magnesio. Algunos tipos de algas tienen una composición de hasta un 35% de su peso en seco en sales minerales. Realmente, hay pocos alimentos con un aporte mineral tan elevado.
Si cocemos las algas, las sales minerales se quedarán en el líquido, así que no olvidemos aprovechar el caldo para hacer sopas o tisanas.
Por otro lado, son ricas en oligoelementos, los cuales como ya sabemos, parecen desempeñar una función clave en todos los procesos metabólicos vitales, además de ayudar a prevenir el envejecimiento.
Los oligoelementos que componen las algas marinas, les aportan sus propiedades desintoxicantes. Algunos de los oligoelementos más presentes son el yodo, el cinc, el silicio, el cobalto, el cromo y el manganeso.
– La clorofila, pigmento que da el color verde a las plantas y algas, es otra de las sustancias beneficiosas de estos superalimentos. Sirve para evitar el estreñimiento, ayuda a reparar los tejidos dañados, disminuye el colesterol y los triglicéridos, reduce el mal aliento, desintoxica y tiene propiedades anticancerígenas.
Como vemos, introducir las algas marinas como ingrediente en nuestros platos nos asegura un cuerpo sano sin apenas esfuerzo.
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