Oct 28, 2016

El azúcar simple y los problemas de salud mental

azucar simple

Si queremos mantener en estado óptimo tanto nuestra salud mental tanto la intestinal a largo plazo, no podemos obviar los peligros que conlleva la ingesta de gran cantidad de azúcar simple en nuestra dieta.

Por azúcar simple, entendemos el azúcar blanco o refinado, la bollería industrial, infinidad de alimentos como la carne procesada con químicos, el pan, la comida preparada o el embutido. También contienen azúcar simple los refrescos con gas, los zumos envasados y los carbohidratos refinados.

La estabilidad del azúcar en la sangre es de vital importancia para estar mentalmente sanos. Para que nuestro cuerpo no sufra alteraciones en sus niveles de glucosa disponemos de un órgano exclusivamente dedicado a esta función, el páncreas.

Al consumir carbohidratos refinados, estamos provocando una excesiva subida de azúcar y el páncreas ha de esforzarse por poner todos los recursos disponibles para compensar este aumento con insulina.

Cuando basamos nuestra alimentación en carbohidratos refinados (bollería, pastas, harinas refinadas, arroz blanco, etc.) durante demasiados años, acabamos rompiendo el equilibrio de nuestro organismo.

Pero, ¿qué sucede cuando se trunca esta armonía orgánica? Nos acaba afectando a importantes neurotransmisores; los que regulan el sueño, nuestro estado de ánimo, la motivación o el aprendizaje.

neurotransmisores

También puede provocar cierto descontrol en la conducta, ya que el azúcar acaba inhibiendo nuestros mecanismos de neurotransmisión, es decir, la capacidad de trasladar la información de una neurona a otra, con lo cual la información tarda más en llegar o se pierde. Por tanto, nuestra capacidad de reacción o la memoria puede verse afectada.

Investigaciones recientes, demuestran que el azúcar reduce drásticamente algunas sustancias con las que el cerebro elabora muchos de los neurotransmisores.

Nuestro sistema nervioso aprende a utilizar la glucosa del azúcar simple como combustible. En el hipotálamo hay unos glucoreceptores que se encargan de vigilar y regular la cantidad de glucosa en nuestra sangre.

Si detecta que la cantidad de azúcar en sangre es deficiente, libera azúcar almacenada en el cuerpo y la convierte en glucosa. Pero, si, por el contrario, el nivel de glucosa es demasiado elevado, manda la orden al páncreas para que libere insulina y pueda paliar y metabolizar este exceso anormal de azúcar. Cuando nos pasa esto, estamos obligando al organismo a hacer un sobreesfuerzo constante y lo sobrecargamos.

Además, este cambio brusco de azúcar en sangre puede provocarnos cambios de humor e inestabilidad emocional.

Tras años de consumo de azúcar simple, nuestro organismo va a necesitar mucho tiempo para estabilizar de nuevo el sistema nervioso, el endocrino y los desequilibrios en la conducta. Pudiendo llegar a provocar desórdenes crónicos.

Por tanto, es recomendable que comencemos a crear conciencia de la importancia de modificar algunos hábitos básicos, como, decantarse por la pasta, arroz y pan integral, no abusar de las bebidas azucaradas y sobretodo cultivar el hábito de revisar la etiqueta de ingredientes en carnes, embutidos y demás productos procesados antes de adquirirlos.

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