La paradoja de las diluciones en los remedios homeopáticos

La medicina homeopática presenta una gran diferencia en relación a la alopática, ya que el producto cuanto más diluido está más potente es terapéuticamente, todo lo contrario que los remedios químicos habitualmente utilizados en la medicina oficial, ya que su dilución hace que sean menos activos y por lo tanto con menos poder curativo.

Esto es debido a que son remedios «dinámicos» que actúan en un nivel más profundo que la bioquímica, ese nivel llamado «dinámico» hace que el remedio sea más poderoso aunque contenga menos cantidad de la sustancia. El propio Hahnemann en sus inicios, se quedó sorprendido de este resultado, ya que al principio estaba interesado en diluir la dosis todo lo posible con el objetivo de aminorar los perjuicios que el producto podría causar en el paciente.

A partir de ese momento cambió toda su filosofía sobre esta terapia como quedó reflejado en un artículo escrito en 1827, en donde Hahnemann expresaba su asombro ante el poder terapéutico que generaba la dilución sobre una medicina triturada. En él decía que la dosis dinámica en diluciones que iban más allá de las leyes de la química no tenían el mismo comportamiento que las dosis químicas habitualmente utilizadas, de forma que usar remedios apropiados en la mezcla altamente diluida, no creaba un problema sino todo lo contrario potenciaba la mejora.

Esta es la paradoja de la homeopatía y sus remedios y que resulta tan incomprensible y frustrante para la mayoría de médicos formados en occidente. Para ellos la idea de que los remedios extremadamente diluidos puedan producir unos fuertes efectos curativos, parece carecer de todo sentido desde el punto de vista de la física Newtoniana.

Esto fue compartido por otros doctores como Wilhelm Lux (1796-1849), uno de los colaboradores de Hahnemann. El supuso que toda enfermedad contagiosa lleva en sí, el vehículo de su propia cura, por ello experimentó con un remedio contra el ántrax, para lo cual diluyó hasta la potencia 30 una gota de la sangre de un animal afectado con la enfermedad”.

Su conclusión fue la misma que la de Hahnemann, las altas diluciones eran más potentes que las bajas, por tanto su poder medicinal era más fuerte, él lo denominó aumento de energía no de dilución, para así destacar lo primordial de estos procesos de potenciación.

De hecho hoy en día las enfermedades crónicas son tratadas en la homeopatía con el uso de las diluciones más altas por ejemplo a partir de la 30 DH.

Usos de la homeopatía en función de la dilución

Por tanto la conclusión de esto, es que la información de la homeopatía se puede modular con las diferentes diluciones que empleemos. Por ellos los usos de la homeopatía variaran en función de las potencias empleadas:

  • Las diluciones bajas, entre 1 y 8 DH, estimulan las funciones fisiológicas, más orientada al órgano afectado por el problema y en enfermedades agudas.
  • Las diluciones intermedias, entre 8 y 30 DH,  regulan las funciones fisiológicas, aquellas donde hay una mayor extensión sintomática. Inducen al sistema afectado a la recuperación, siendo enfermedades agudas que pueden cronificarse en un futuro próximo.
  • Las diluciones altas, por encima de 30 DH, actúan en el ámbito de la persona en su conjunto, a nivel de todo el organismo. Trata tanto la relación multisistemica de los órganos, como la manera de reaccionar psicológicamente del paciente ante la enfermedad y su estado anímico. Se utiliza en enfermedades crónicas, tienen un efecto duradero y un intenso efecto mental.

Ángel Salazar Magaña (angelsalamag@gmail.com)

Kinepharma.

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